martes, 15 de marzo de 2011

Ridiculeces

Hola a todos!

¿Alguna vez has intentado mirarte a los ojos? Pues yo sí. Es una de esas ideas descabelladas que me pasan por la mente de vez en cuando, en esas raras ocasiones en que mis dioses prefieren ridiculizarme sin tener que intervenir ellos mismos. Pero es que no se puede, es físicamente imposible. ¿Por qué los ojos ven pero no pueden mirarse? Qué profundo. Puedo pasarme horas delante del espejo sin que ocurra nada, absolutamente nada, excepto quedarme bizca.
Claro que siempre procuro dedicarme a estas tareas insostenibles cuando estoy sola y nadie puede apreciar la magnitud de mi estúpidez en todo su esplendor; aún conservo un poco de sentido común y del ridículo. Supongo que debido a la educación tradicional que he recibido y las sentencias de mi madre: "Cuidadito con lo que haces... - pausa de efecto, dramatismo concetrado, dedo índice preparado para señalar - ... porque siempre me entero". ¿Cómo lo hace? Me preguntaba yo, ilusa. Solo de grande comprendí que no lo sabía, que nunca llegaba a averiguarlo; simplemente me conocía y sabía que si no me lo advertía acabaría montando un destrozo allá donde me encontrara. Por algo mi tío siempre que entro a una habitación me grita: "¡Ay, tractor! Ahí va el tractor".

Seguro que es otro de mis poderes mágicos. Una capacidad extrasensorial para atraer y repeler los objetos que se encuentran a mi alrededor o peligrosamente cercanos. Resulta que si yo camino entre dos objetos cualesquiera (figurita de porcelana o televisor, lo mismo da) a una distancia de un kilómetro de ellos, gracias a mis poderes podré hacer, casi con absoluta seguridad, que el objeto en sí se tambalee durante unos segundos y luego se estrelle contra el suelo, rompiéndose, claro. Y del mismo modo, por obra y gracia del universo, puedo lograr que un lápiz/vaso/plato/bebé se me caiga de las manos inexplicablemente. Como si me escociera la piel el mero contacto. Puedo asegurar que es algo francamente desconcertante.


Pero hoy, antes de que pudiera darme cuenta, ahí estaba yo, tratando de mirarme a los ojos. Y no recomiendo que lo hagan en casa. Es simplemente, imposible. Como esas chorradas de lamerte el codo o mirar al techo sin abrir la boca. El otro día, sin ir más lejos, me tentaron a tocarme la última muela con la lengua. Decían que no era posible, pero aún así, yo lo logré. Claro que durante los quince minutos posteriores sufrí un horrible calambre que me dejo la lengua dolorida para el resto del día.
Pero todo sea por desmontar toda esa serie de estupideces que somos capaces de hacer cuando nos retan. Hoy me tocó a mí, pero ándate con ojo porque mañana te puede tocar a tí también. Desafortunadamente, nadie queda fuera del protector abrigo de la imbecilidad humana. Como esa manía que tenemos de abrir la nevera ochocientas diecinueve mil veces. Somos así por naturaleza. Al menos yo.

A mi, por ejemplo, me hacen mucha gracia esos señores que se levantan de un brinco cuando les suena el teléfono móvil y se ponen a hablar a gritos para que todo el mundo sepa lo importantes que son. ¿A tí también te ha tocado uno de esos en el avión? Madre mía, qué chulería. Deberían de cobrarle billete también. Una vez, cuando iba a Lanzarote de vacaciones para ver a unos amigos, hubo un retraso en la salida del vuelo porque habían unos cuantos militares haciendo prácticas en el espacio aéreo donde debería estar volando mi avión. En cuanto nos avisaron desde cabina de lo que estaba ocurriendo, se produjo un tumulto cuando todos los pasajeros sacamos los móviles que ya habíamos apagado obedientemente, para volverlos a encender. Todo el mundo mantenía conversaciones parecidas avisando del retraso. Todos menos yo. Yo no mantuve ninguna conversación porque como no tenía saldo "sufuciente para realizar una llamada de más de un minuto", tuve que ponerme a enviar frenéticamente un mensaje a mi cuñada para que lo publicara en mi muro y se enterara todo el mundo de una vez.


Pues resulta que el señor enchaquetado de la fila de al lado llamó a su mujer y a voz en grito le contó lo sucedido, comentándole que "los payasos de los militares estaban jugando a la guerra". Lo cual provocó unas risitas a lo largo de todo el pasaje. Y se despidió con unos cuantos disimulados "si, yo también. Si, cariño. Si, yo también te quiero". Más risitas. Y no contento con ello, visto el éxito que estaba teniendo como humorista, aunque ya se había despedido, se lanzó de nuevo contra los militares y el gasto público y que a él nadie le pagaba esa pérdida de tiempo. Cuando quedó satisfecho con su mitin particular y tras asegurarse de que había captado toda nuestra atención, volvió a despedirse de "cariño" y me miró con su cara de imbécil y soltó una risita petulante poniéndo los ojos en blanco. Me planteé seriamente durante unos segundos si responderle eduacadamente o no. Así que le miré fijamente unos minutos más y como si no le hubiera visto, me volví hacia la ventanilla y lo ignoré por completo. A estos tipos hay que tratarlos como si no existieran no vaya a ser que se piensen que a alguien le interesa su pomposa y ridícula vida.

Kendra.

Mi recomendación del día: Según la sabiduría popular, una persona (humana, entiendo yo) debe beber entre un litro y medio y dos litros de agua al día. Está bien, pero entonces, ¿por qué no incluyen la vejiga de hierro en acero inoxidable con las botellas de agua? Yo al menos, si me bebo más de dos vasos en media hora, pasó la siguiente media realizando cómodos paseos hasta el baño dando brinquitos sin poder separar las piernas y temiendo que dentro de mí tenga lugar una desagradable implosión acuosa. ¡A beber bien!

2 comentarios:

MW Company dijo...

jajajajaj ¿ pero quien no ha intentado mirarse a los ojos? QUIEN !!!! jajajajaja lo mejor es estar solo para estas cosas y que no hayan camaras sino a la semana te ves en siendo la sensación del youtube. Comentaría cada punto pero es que entonces de aquí podrias hacer otra entrada directamente jajaja. ¡Muy bien!. Sigue así, desde nuestro blog te apoyamos.

kiara dijo...

jajaja ¡Muy buena la entrada Kendra!Me ha parecido amena, y divertida. Es verdad que en esta vida, nos pasamos haciendo el rídiculo constantemente (unos más que otros), pero bueno también las chorradas valen su peso en oro.un abrazo desde http://haybatallasqueganar.blogspot.com :D