jueves, 3 de marzo de 2011

¡Maquíllate!

Hola a todos!

¡Odio maquillarme! Sobre todo cuando tengo que hacerlo casi de madrugada antes de salir al mundo exterior para enfrentarme a un nuevo día. Porque siempre voy a contrarreloj, aunque me convenza y me repita como una mantra hasta la saciedad que cada mañana me despertaré desde que suene el despertador, por alguna razón que aún no alcanzo a comprender, mis párpados continúan cerrados a cal y canto mientras le doy sin descanso al botón de "volver a recordar". No puedo evitarlo y claro, luego llegan las prisas.

Si se me hace tarde por la mañana, puedo pasar sin desayunar (ya me tomaré algo por el camino), sin cambiar el bolso (la moda hippie multicolor tampoco está tan mal) e incluso sin peinarme (¿aún está de moda el look despeinado, no?). Pero nunca podría salir de casa sin mi sesión de chapa y pintura previa. "La Reconstrucción", como yo lo llamo. Y creéme, no querrías verme sin siquiera una triste capa de tapaojeras. Estoy segura que si alguna vez oso tentar al universo y salgo a la calle sin rímel, nada más poner un pie en la calle, todo un despliegue de policías con perros y negociadores, me pedirá amablemente que vuelva a entrar en casa porque estoy asustando a los transeúntes y "este es un barrio respetable".

Es un verdadero suplicio. ¿Y qué me dices de ese ataque de nervios que nos vemos obligadas a sufrir cuando, de repente, no sale más brillo del tubito? Porque sinceramente, el que inventó los botes de brillo estaba totalmente desquiciado. Ese sistema incomible de una especie de cepillito que claramente se puede ver que jamás llegará al fondo del tubo, por lo que aproximadamente el setenta por ciento del precio de tu gloss se va a la basura junto con tus lágrimas el día que, sin previo aviso, el cepillito sale vacio. Y no trates de ponerlo boca abajo con la esperanza de que la fuerza de la gravedad haga su trabajo, porque el brillo hará todo posible por pegarse a los bordes haciendo más imposible aún su captura. ¿Por qué creemos que nunca va a suceder algo así? ¿Acaso pensamos que ese tipo de cosas solo les pasa a los demás? No sé que es peor, francamente.

¡Habráse visto mayor injusticia! ¿Por qué a los hombres nadie les come el cerebro desde los quince años presionándoles para que parezcan jóvenes, sexys y atractivos? ¿Por qué a ellos nadie les dice que sin un pelo brillante y una base de maquillaje carísima no son hombres de verdad? Porque a ellos les basta y les sobra con un poco de gomina y unas gotas de perfume. ¡Y resulta que hasta sus canas son sexys! ¡Qué desfachatez! Nosotras tenemos que gastarnos un dineral en cremas rejuvenecedoras, en tintes para el pelo y otros cientos de productos más para que brille, tenga un aspecto sedoso y sea tan liso que haga que la traba se te resbale continuamente melena abajo; además de base de maquillaje para cubrir las imperfecciones, rímel para tener unas pestañas kilómetricas, pintalabios que nos hagan parecer divas del botox y todo un surtido de sombras de colores, uno para cada día.

¿Y cómo nos lo agradece la sociedad? Pues teniendo que escuchar como un hombre que además no lleva ni gomina, comente despreocupadamente: "Las mujeres son bellas au naturel, no necesitan potingues para volver loco a un hombre". ¡Ja! Y lo dice uno que ve chicas sin maquillar por la calle y las mira como el que ve un poste de la luz, sin verlas.

Yo personalemente, admiro a esas mujeres de cada lavada que salen a la calle a comerse el mundo, tranquilas, relajadas, con ese halo de pureza que rodea su perfección sin decoraciones. ¡Ojalá yo tuviera su valor! Pero ahora ya es tarde, ya estoy demasiado consumida por toda esa basura propagandística. Tanto, que a veces me miro al espejo sin estar maquillada y el corazón me da un vuelco. Ni siquiera me reconozco.

Y no creas a tu marido/novio/mejor amigo cuando te diga que eres más guapa sin maquillar, porque con toda seguridad, te puedo garantizar que se fijó en tí precisamente cuando ibas pintada como una puerta. Y le encantó lo que vió.

Pero no todo es malo. Tiene sus ventajas, como todo en este mundo. Nosotras somos guapas porque la naturaleza nos hizo así (¡qué le vamos a hacer!), pero si además le añadimos unos truquitos para hacer nuestros más grandes y penetrantes - y te aseguro que he visto verdaderos milagros -, nuestra boca mas sensual y apetecible y nuestro cabello sano y fuerte como el de un caballo, imagínate el resultado. Mujeres de vértigo, dueñas del mundo.
Y ellos, pobres almas descarriadas, ¿qué les queda? Ni con toda la gomina del mundo, ni siquiera aunque se bañen en una barreño de Hugo Boss, pueden hacerse más guapos, sexys y atractivos. Ellos son lo que son y no pueden hacer nada para arreglarlo. Porque, chicos, honestamente, depilarse las cejas es un error garrafal y absolutamente contraproducente.

La próxima vez que tenga que maquillarme (o reconstruirme), no podré evitar pensar en lo afortunada que soy de ser mujer. ¡Madre mía, qué topicazo! Permíteme que me explique: afortunada de ser mujer y poder realzar la belleza de mis ojos, la sensualidad de mis labios y el rubor de mis mejillas y lograr ser más bella aún de lo que soy. Porque cualquier arreglo o adorno que me ponga me hará brillar; y afortunada, sobre todo, porque lo hago PORQUE ME DA LA GANA.

Kendra.

Mi recomendación del día: Si has tenido un día malo, lo mejor que puedes hacer es comprarte una buena revista de cotilleos que ponga de vuelta y media a las más guapas y distinguidas del mundo entero y comer chocolate en todas sus formas con la garantía de evitarte el sentimiento de culpabilidad. En la depresión todo vale, eso lo sabe todo el mundo. ¡Y ánimo!

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